La BBC recientemente ha publicado una serie de crónicas sobre viajes a Medio Oriente. Esta fue una visita a Líbano días antes de las elecciones, donde la disputa fue entre los partidos proestadounidenses: suníes de Saad Hariri y la alianza entre cristianos y drusos liderados por Walid Yumblat contra el movimiento chií Hezbolá y sus aliados -el partido del ex general maronita Michel Aoun, el grupo chií Amal y otros socios prosirios.
Líbano, entre la espada y la pared
Por Manuel Toledo
Si uno viaja por carretera de Damasco a Beirut, una de las primeras cosas que sorprenden al cruzar la frontera libanesa son las vallas publicitarias.
Imágenes como ésta no son comunes en otros países del mundo árabe. En Siria, como en muchos otros países predominantemente musulmanes, es muy común ver a las mujeres cubiertas de pies a cabeza, no sólo en las calles sino también en la televisión y en las revistas.
En Líbano, sin embargo, en estos días a uno lo recibe un enorme cartel en el que aparecen las piernas de una mujer que se acaba de desnudar y tiene los calzones sobre los pies. Unos kilómetros más adelante, otro afiche muestra a otra joven en una posición francamente erótica, con un letrero que dice "¿Y crees que estoy pensando en las elecciones?", en referencia a los comicios de este domingo.
No sé qué trataban de vender, pero las imágenes de ambas vallas me volvieron a la mente cuando, horas después, en una calle de Beirut, vi pasar dos autos descapotados, cada uno con dos o tres chicas encima, que bailaban con gran sensualidad, como parte de otra campaña publicitaria, con toda probabilidad también organizada por hombres.
"Acá quieren proyectar la idea de que somos muy liberales", me dijo al otro día una amiga libanesa, Naila, a quien yo no veía desde hacía ocho años. "Pero Líbano es todavía un país muy conservador hasta el punto que yo, que vivo sola, no puedo invitarte a mi casa porque los vecinos lo interpretarían de otra manera. Vivimos en un mundo de apariencias", me advirtió.
Un mundo de apariencias
Este monumento, en el lugar donde fue asesinado Hariri, sirve de recordatorio del pasado reciente. "Disfrutamos de una paz relativa", me dijo el dueño de un hotel en una zona céntrica de Beirut, "pero las apariencias engañan".
"En realidad, todavía hay muchas tensiones y a veces temo que pueda estallar otro conflicto", añadió, aludiendo a la guerra civil que devastó a Líbano de 1975 a 1990. Estamos entre la espada y la pared o, mejor dicho, entre Israel y Siria, y nuestro futuro dependerá, a corto plazo, de la presión que pongan los países occidentales para que Siria no intervenga en las elecciones de junio, y a largo plazo, de cómo se resuelva la situación de los palestinos", señaló.
Detrás de él había una foto del líder musulmán sunita Saad Hariri, quien encabeza el Movimiento del Futuro, el miembro principal de la coalición gobernante 14 de Marzo, que ahora tiene una estrecha mayoría parlamentaria y que cuenta con el apoyo de Occidente.
Fue la muerte de su padre, el ex primer ministro Rafik Hariri, en un atentado con explosivos en 2005, lo que conllevó a que Siria pusiera fin a su presencia militar en Líbano, después de 29 años. El gobierno sirio ha negado repetidamente cualquier responsabilidad en el asesinato de Hariri, que ahora investiga un tribunal internacional en La Haya, Holanda.
Hezbolá y Aoun
Hezbolá podría aumentar su representación en el parlamento libanés. Sin embargo, muchos libaneses aseguran que Damasco todavía tiene una gran influencia en la política de Líbano y temen que ésta podría aumentar si los grupos apoyados por Siria, como los movimientos musulmanes chiítas Hezbolá y Amal, obtienen una mayor presencia en el parlamento en junio.
"Es muy posible que eso ocurra porque la popularidad de Hezbolá ha crecido desde 2006, cuando se enfrentó a Israel después de capturar a dos soldados de ese país. Mucha gente aquí cree que Hezbolá ganó esa guerra y salió fortalecido", me dijo Bashir, un comerciante de Trípoli.
A muchos libaneses también les asombró que un ex enemigo jurado de Siria, el ex general Michel Aoun, decidiera visitar Damasco, hace pocos meses. Aoun, quien encabeza el Movimiento Libre Patriótico, un partido predominantemente cristiano que desde 2006 tiene vínculos estrechos con Hezbolá, dijo “hacer las paces” con Siria y señaló que el presidente del país vecino, Bashar al-Assad, le prometió que no intervendrá en las elecciones libanesas.
Estados Unidos
A todo esto, hay que sumarle la preocupación que sienten muchos por un posible aumento de la influencia de Siria como resultado del acercamiento diplomático que está impulsando hacia ese país la administración de Barack Obama. Clinton visitó la tumba del ex premier libanés, situada al lado de la mezquita Mohammad al-Amin. Hasta el punto que la jefa de la diplomacia estadounidense, Hillary Clinton, quien se encontraba en la región, realizó una breve visita a Beirut este domingo y aseguró que su gobierno "continuará apoyando las voces de la moderación en Líbano".
"Estamos totalmente convencidos de que los libaneses deben poder elegir a sus representantes en unas elecciones abiertas y justas, libres de intimidación y de interferencia extranjera", dijo, luego de reunirse con el presidente de Líbano, Michel Suleiman, y de poner una ofrenda floral en la tumba de Hariri.
"No haremos nada que pueda socavar la soberanía de Líbano. Quiero asegurarles a los ciudadanos libaneses que Estados Unidos nunca entrará en ningún tipo de arreglo con Siria que traicione a Líbano o al pueblo libanés", concluyó.
Pero, en "un mundo de apariencias", es posible que no todos tomen estas garantías al pie de la letra y que algunos se pregunten cómo reaccionará Estados Unidos si Hezbolá, a la que Washington considera una organización terrorista, saca una ventaja decisiva en las elecciones de junio.
domingo, 7 de junio de 2009
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