domingo, 3 de abril de 2011

La revuelta siria: Quién es la familia Asad: yumluquía (o monarquía más república)

Partidarios de Bachar el Asad
Siria es una mezcla de etnias y religiones. Los musulmanes suníes representan el 75% de la población siria. Los alauíes y las diversas ramas del cristianismo, en su mayoría greco-ortodoxos, representan cada uno el 10%. El resto se lo reparten otras comunidades, desde drusos, kurdos (que afectan las relaciones con Turquía donde en ese país los kurdos son cerca de 15 millones) y judíos.

Los alauíes tienen más afinidades con los chiíes que con los suníes. Ellos no comen cerdo ni conejo y el vino forma parte de su liturgia. Los imanes dirigen la oración en casas particulares o al aire libre y rara vez en mezquitas. Rechazan algunos preceptos del islam, como la peregrinación a La Meca, y al Corán le añaden su propio libro sagrado (Kitab al Majmu). Su conocimiento está reservado a los hombres mientras las mujeres practican una especie de religión en la que veneran árboles y arroyos (¿?).

Desde hace más de 40 años los alauíes controlan Siria, pero en 1946 perdieron poder y se alistaron en el ejercito para lograr su promoción social, que culminó con la llegada al poder en 1970, mediante un golpe de Estado de Hafez el Asad, padre del actual presidente, que falleció en su despacho en el 2000.

La familia Asad
El poder, y sobre todo el aparato de seguridad y el Ejército, están en manos de los sirios de confesión alauí, que representan un 10% de los 22 millones de habitantes. Muchos suníes (un 75% de la población) tienen ganas de ajustar cuentas con los alauíes, sobre todo desde la matanza y represión de miles de Hermanos Musulmanes en 1982 en Hama. Los drusos, los patriarcas cristianos y la burguesía suní apoyan a los alauíes porque temen a los islamistas o se han beneficiado de las privatizaciones.

Tras una década en el poder, Bachar el Asad ha defraudado las expectativas de muchos jóvenes que esperaban una apertura política. El desempleo es elevado y el sector público aún ocupa a la mitad de la población activa, que junto a la corrupción ha lastrado el desarrollo. No se han creado instituciones que sustenten la identidad nacional y permitan canalizar las inquietudes políticas.

La opinión pública cree que Bachar el Asad no ha emprendido reformas porque la vieja guardia de su padre se lo impide, eso tras la subida de sueldos de los funcionarios, entre 20% y 30%. Y pese a la corrupción de la familia Asad, el presidente sirio acusó a una "conspiración extranjera" de fomentar disturbios con el ánimo de destruir Siria y se mostró desafiante: "Si quieren guerra, la tendrán".