sábado, 15 de agosto de 2009
Elecciones en Afganistán
El próximo 20 de agosto, Afganistán celebrará elecciones y si estas se desarrollan pacíficamente y sin huella de corrupción (difícil, en un país donde las autoridades afganas gustan del clienterismo), habrá una esperanza. Daoud Ali Najafi, máxima autoridad electoral del país parece optimista ante los comicios. "Se han registrado 4,5 millones de nuevos votantes, frente a los comicios de hace 5 años. El país quiere votar. Quiere cambios. El 44% del total de inscritos son mujeres. Y el 25% de los escaños están reservados para ellas.
Y es que la estrategia de represión que siguieron los talibán contra las mujeres durante los cinco años que detentaron el poder recuerda a la de los nazis con los judíos. La filosofía del régimen era que ser mujer es algo sucio, vergonzoso, inhumano. Bajo ese argumento les arrebataron sus derechos civiles; les privaron del acceso a la sanidad, la educación y el mercado laboral; las segregaron en transportes y oficinas; las obligaron a vestir el burka y recluyeron en sus domicilios; después comenzaron los castigos físicos y las ejecuciones públicas.
Con información de un super reportaje: La guerra interminable
La imagen es de Tito Otero, chequen su blog: Boli Blog
miércoles, 12 de agosto de 2009
Seguridad y miedo en Afganistán
Desde Afganistàn, Ramòn Lobo, periodista de El Paìs nos cuenta la vida cotidiana de Afganistan, una ciudad marcada por los toques de queda (a partir de la intervenciòn de Estados Unidos en la regiòn) y el riesgo de ataques talibanes.
La seguridad y el miedo
Quien inventó el miedo inventó el negocio. Y la guerra es uno de los mejores para los que no hacen cuentas con la conciencia. Kabul, como antes Bagdad, se está llenando de guardias privados armados hasta los ojos (exhiben gafas de sol antibalas, o eso dice el prospecto), muros del hormigón, barreras de seguridad, mojones rellenos de cemento y toda suerte e artilugios contra el coche bomba y el talibán suicida. Protegen embajadas, centros de la ONU, ministerios afganos y cualquier vivienda y negocio público o privado que tenga pedigrí para ser atacado. El pánico se desató en julio de 2008, tras el atentado contra la legación de India en el que murieron más de 40 personas, y no parece ceder.
Al caótico y ruidoso tráfico kabulí no le sientan bien las calles cortadas por sorpresa ni los cierres a la circulación para garantizar el tránsito sin sobresaltos de alguna autoridad embutida en un convoy de sirenas. Los decibelios miden el prestigio, pero también son una señal perfecta para los malos, que aguardan una oportunidad para golpear. Tanto trasiego y arbitrariedad exaspera a los civiles que meten a todos en el mismo saco.
Los diplomáticos y el personal humanitario viven en una burbuja dentro de la burbuja que es Kabul, una isla varada en medio de un país en guerra. Sus expertos de seguridad les han impuesto un toque de queda y limitado tanto los movimientos que no pueden salir solos ni pasear por la calle. Hay zonas para la excepción, como Chicken Street, donde se agolpan las tiendas de postín (por decir algo), que en la paz serían las típicas para turistas.
Escasos son los lugares cien por cien seguros y demasiados los extranjeros aburridos con ganas de farra tras una tediosa jornada laboral. Su concentración en pocas salas es una invitación al enemigo, como el ulular de las sirenas de las caravanas vip. Los talibanes ya han señalado a uno: el disco bar Atmosfer. Al parecer, un antro de perdición. Habrá que ir.
La mayoría de los periodistas que carece de asesores de seguridad se mueven con bastante libertad y sin sensación de riesgo aparente durante el día. Cada uno, aconsejado por su intérprete-chófer, se limita a aplicar el sentido común. Los guías se saludan entre ellos con una sonrisa de oreja a oreja. Es el maná de dólares que les ha traído la democracia (perdón, las elecciones del 20 de agosto) lo que les pone contentos. En un país tan pobre hacen cuentas de rico.
Los restaurantes de comida popular, con sus pinchos de cordero y arroz con pasas, se empiezan a poblar de informadores extranjeros armados con libretas (las cámaras de televisión y fotografía siempre son un problema para el disimulo). La gente es muy amable. Los de más edad son ceremoniosos y saludan al extranjero con una leve inclinación de cabeza y la mano derecha junto al corazón. Los jóvenes, curiosean y sonríen, Nadie pregunta por el origen de la carne ni por las condiciones de salubridad. En Afganistán están acostumbrados a morirse de todo antes de que les llegue la gripe A.
Aunque el blanco es sólo un extranjero, sin más adjetivos ni nacionalidades, las conversaciones conducen a la confianza y ésta al interés: ¿Australiano?, pregunta el dueño del restaurante. "No, de España". El hombre pone los ojos en blanco, como si rebuscara en el disco duro de su memoria inundada de guerras y desgracias, y exclama feliz: "¡Barcelona! Kaká".
martes, 11 de agosto de 2009
Ciclo de cine debate: ¿Paz o Pax en Medio Oriente?
El departamento de Difusiòn cultural de la UNAM, la Universidad Autònoma de la Ciudad de Mèxico y la Iniciativa ciudadana "Adopta un niño muerto" presentan el ciclo de cine debate: ¿Paz o Pax en Medio Oriente? de agosto a septiembre, los martes a las 19:00 en la sala Julio Bracho del Centro Cultural Universitario.
En el ciclo se discutiràn pelìculas como "Paradise Now", "Z32", "El otro muro", "Vals con Bashir" que abordan el conflicto palestino desde diferentes perspectivas. Entre los ponentes se encuentran Carmen Aristegui, Paco Ignacio Taibo II y Lorenzo Meyer.
lunes, 10 de agosto de 2009
Astahel
Ahora les presento a Nabiha Yazbeck, cantante de origen libanés que se dio a conocer por el tema “Astahel” muy patrocinado por Putumayo (aquella empresa discográfica gringa que trata de difundir los mejores temas dentro del World music). La canción no se había escuchado fuera de Medio Oriente porque fue censurado.
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