Las autoridades libanesa desplegaron 50 mil soldados y policías en todo el país durante las elecciones.
La coalición del 14 de Marzo, respaldada de Estados Unidos y Francia ganó las elecciones legislativas del domingo, 71 de los 128 escaños, frente a 57 de la oposición prosiria liderada por Hezbolá y apoyada por Irán.
Los resultados oficiales de los comicios depararon tres acontecimientos: Saad Hariri, hijo de Rafik, el magnate asesinado en febrero de 2005, renueva su poderío y se erige en figura clave del panorama político libanés. El caudillo maronita Michel Aoun, aliado de Hezbolá, se convierte en víctima de la división del voto cristiano y en el gran derrotado de los comicios. Y tercero, Hezbolá, el partido-milicia chií, arrasa en sus bastiones del sur. Su líder, Hasan Nasralá, apareció anoche en televisión para anunciar la aceptación de la derrota de su alianza.
En la jornada electoral, en la que no se registraron incidentes graves, se caracterizó por una gran afluencia de votantes a los colegios electorales, donde se formaron largas filas. Un total de 3 millones 257 mil 230 votantes estaban convocados para elegir a 128 diputados, 64 cristianos y 64 musulmanes, entre unos 580 candidatos en todo el país.
Sin embargo, el nuevo gobierno de Hariri asegura que rechazará conceder a Hezbolá derecho de veto en un gobierno de unidad, la fórmula que permitió salvar la crisis hace un año, cuando Hezbolá se apoderó de Beirut a raíz de una disputa por el control de un sistema de comunicaciones paralelo del que dispone esta milicia chii.
Para Occidente, el triunfo de Hariri es una esperanza para su predominio en la región. El Gobierno francés y la Casa Blanca afirmaron: "Es nuestra esperanza que el próximo Ejecutivo continúe el camino para construir un Líbano soberano independiente y estable", declaró Barack Obama. La influencia de Siria sobre Líbano es el mismo argumento que emplea Hezbolá para acusar a Washington, París y Arabia Saudí de injerencias en los asuntos internos del país.
Así, no ha duda en Líbano de que ambos bandos tienen razón: Siria e Irán, por un lado, y Estados Unidos y Francia, por otro, no pierden ocasión de meter las manos en Líbano.
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