martes, 23 de febrero de 2010

Bichitos en la FILPM

Por Abigail Crusher

Chapulines al mojo de ajo, escamoles en chile guajillo, chinicuiles en caldillo, con nopales o tostados, gusanos de maguey doraditos con cebolla y perejil, jumiles en salsa verde y gusanos en mixiote, porque “todo lo que camina y vuela, a la cazuela”. Los insectos son parte vital de la cocina mexicana y más de 247 especies son comestibles, preparadas siempre con los conocimientos culturales que datan de la época prehispánica.

Durante la presentación del libro Los insectos en el arte mexicano, coordinado por Hilda Mendoza de Elizondo, se abordó la forma en que los insectos están presentes en nuestra vida. Los textos que conforman el libro son fruto de la investigación en la ciencia y la gastronomía, con cierto toque literario. “Este es un libro muy cómodo de leer, elaborado por investigadores del arte prehispánico, de la artesanía, la culinaria y la literatura”, expresó Cristina Ibarra, especialista en temas de gastronomía.

Ibarra comentó que desde la conquista han existido prejuicios contra la cocina tradicional indígena, “durante la conquista, los españoles creían que los nativos se alimentaban de sabandijas”, sin embargo los insectos son una fuente rica en proteínas y supera a la base alimenticia conformada por carne- leche- trigo. “Eso desmitifica el mito de que en las zonas rurales la calidad alimentaria es deficiente, al contrario, resulta muy rica pues los insectos aportan casi un 30 por ciento de proteínas”, afirmó.

Los insectos resultan atractivos para el paladar por su consistencia crujiente. Sol Rubí de la Bordolla, investigadora en el ámbito de las ciencias biológicas destacó que se pretende buscar que la cocina tradicional mexicana sea reconocida, así como la importancia de los insectos desde de la época prehispánica.

La presencia de los insectos está en muchos de elementos con los que convivimos diariamente, como las ceras y velas, los hilos de seda, las medicinas tradicionales y el exquisito color rojo que acompaña los textiles indígenas, producto de la grana-cochinilla. “Lo que buscamos es estimular el consumo de alimentos autóctonos y de valorar la cultura tradicional mexicana”, finalizó Sol Rubí.

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