domingo, 28 de febrero de 2010

Julieta Fierro y los egipcios en el Palacio de Minería


Por Abigail Crusher

El Salón de Actos del palacio de Minería se ha convertido en la morada de Akenatón, el río Nilo conduce entre sus aguas a las embarcaciones y debajo de su suave velo azul esconde a un cocodrilo y un hipopótamo, figuras místicas para los egipcios. Los obeliscos yacen en cada esquina, dedicados a Ra y Amón, mientras en el centro permanece una mujer sabia, Julieta Fierro, una escriba del Instituto de Astronomía de la UNAM.

Ella, con los ojos resplandecientes, perfectamente delineados e iluminados por un tono turquesa, porta una túnica blanca decorada con piedras de colores llamativos como las canteras de ese antiguo Egipto. Ella, Julieta invita al pueblo a escribir sus nombres en egipcio: el mío no parece complicado: lo conforma un buitre, un pie, un ala, un jarro, un buitre, un ala y una ele. Entender los jeroglíficos fue posible ya que en 1822 el francés Jean François Champollion encontró la piedra de Rosetta, que aguardaba la mística escritura egipcia.

Los escarabajos se dispersan por el palacio, movidos por una fuerza extraña: un rayo de sol que se cuela por una ventana. La escriba nos comparte un poco sobre la importancia de los egipcios en la creación de la geometría, de inciensos, perfumes y aceites, del papiro, de la domesticación del gato…de la momificación.

¿Saben de qué forma los egipcios embalsamaban a sus muertos? ¿Por qué estos se conservan casi intactos hasta la actualidad? La escriba nos traslada a Wadi Natrun o Valle de la Sal, donde abunda este preciado elemento: el natrun (carbonato de sodio que se obtiene de los depósitos que los lagos salados dejan al secarse) y que fue vital para deshidratar los cuerpos en el proceso de momificación que les preparaba para la vida eterna.

Pero la respuesta sobre la forma de momificación también puede encontrar en un pedazo de carne sumergida en agua con natrun, donde sucede que la carne libera agua y absorbe sal haciendo que se deshidrate, tal y como luce ¡el jamón serrano, tal como lucían los faraones embalsamados!

Ahora el proceso de embalsamar…la faraona ha muerto, sus súbditos la acompañan en su última morada, le extraen el corazón, el cerebro, las vísceras, lo limpian y le espolvorean natrun, mucho natrun, para después impregnar sobre el cuerpo el exquisito olor a lavanda, tomillo y menta. Le regresan el corazón y la mandan al más allá en compañía de su mascota favorita, un gato o perro. ¡Oh, faraona y así has prevalecido hasta nuestro días, a más de 5000 años!

El cielo se ha cubierto de estrellas que se agrupan en torno a un vals muy egipcio, danzan con esos ojos coloreados de malaquita y envueltas en vaporosas túnicas blancas. Sus movimientos (dirigidos por Andrés Arámbula) son suaves en concordancia con los movimientos de los demás astros. Miran al cielo. Sus ademanes son parecidos a los que hacen las chicas The Bangles en aquel video Walk Like An Egyptian.

Y de momento se hace el silencio. Una parte del mundo egipcio se ha quedado –de forma lúdica – en la mente de niños, jóvenes y adultos que aún disfrutan la ciencia.

1 comentario:

  1. MA.DOLORES MORALES17 de junio de 2010, 18:33

    FELICIDADES POR JULIETA FIERRO SIN DUDA ES EJEMPLO A SEGUIR.

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