El País
Antonio Caño (Con algunas modificaciones realizadas por Osama)
Barack Obama y Benjamín Netanyahu demostraron ayer estar tan lejos en su visión de Oriente Próximo como sus diferentes biografías y proyectos políticos anticipaban. El presidente norteamericano se negó a fijar un plazo exacto para que Irán renuncie a las armas nucleares e insistió en la necesidad de un Estado palestino. El primer ministro israelí discrepó sobre ambos cruciales asuntos y dio paso a una nueva era de relaciones entre Israel y Estados Unidos en la que la urgencia de un acuerdo está a la altura de su improbabilidad.
Obama y Netanyahu fueron incapaces ayer de dar pasos concretos en la misma dirección en la solución de los problemas actuales. Donde Obama decía peras, Netanyahu decía manzanas. Donde Obama decía Estado palestino, Netanyahu decía Irán. Donde Obama decía alto a los asentamientos, Netanyahu decía terrorismo. Donde Obama decía paz, Netanyahu decía seguridad.
El primer ministro israelí venía a Washington a advertir de que la existencia de un Irán con armas nucleares hace imposible cualquier progreso hacia la paz, y eso es lo que hizo. El presidente norteamericano quería explicar a su invitado que un acuerdo de paz con los palestinos reduce los peligros contra Israel y facilita la desnuclearización de Irán, y eso es lo que hizo. Pero ninguno pareció mover al otro de las posiciones anteriores a su primer apretón de manos.
Obama coincidió con su colega en que "un Irán con armas nucleares es un motivo de preocupación, no sólo para Israel y Estados Unidos sino para toda la comunidad internacional". Pero añadió que su Administración quiere abordar ese problema a través de la negociación con el régimen de Teherán.
Netanyahu desconfía de ese camino y quiere forzar a Washington a poner sobre la mesa la opción militar o a fijar un plazo preciso -se ha mencionado la fecha del próximo mes de noviembre- para que esas negociaciones den el fruto deseado. El primer ministro israelí ha insinuado que, si EE UU no se decide, Israel podría actuar contra Irán por su cuenta, y lo ha hecho de forma tan creíble que el propio director de la CIA, Leon Panetta, tuvo que ir la semana pasada a Jerusalén para advertirle que no se le ocurriera una agresión unilateral.
Obama manifestó ayer que confía en que antes de final de año, como pide Netanyahu, las conversaciones con Irán hayan dado algún fruto, pero se resistió a poner lo que llamó "un límite artificial a la diplomacia" y se negó a mencionar la alternativa militar. "No estamos cerrando el abanico de opciones contra Irán, incluyendo las sanciones, si mantiene su programa nuclear", manifestó.
A su evidente decepción por esas palabras, el primer ministro israelí contestó con otra frustración para Obama: la negativa a respaldar la solución conocida como "dos Estados", la creación de un Estado palestino conviviendo pacíficamente junto al Estado de Israel.
"Esa es la mejor solución para todos, incluido Israel", dijo el presidente norteamericano. "Nosotros no queremos gobernar a los palestinos, queremos la paz con ellos, queremos que ellos se gobiernen por sí mismos", contestó Netanyahu, sin doblar el brazo en la mención de la palabra "Estado".
lunes, 18 de mayo de 2009
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