La construcción de un enemigo
(Tercera parte)
Nuestra existencia cobra sentido a partir del reconocimiento del Otro. El encuentro y diálogo con personas diferentes, la interacción y relación entre sus culturas son experiencias que han permitido la convivencia entre sujetos y por ende la perpetuación de su especie.
Ryszard Kapuscinski afirmaba que entender al Otro es meterse en su piel, sentir lo que el Otro siente, colocarse en pie de igualdad, mantener un diálogo y hacerse responsable de él. Hoy se tiende ver al Otro como un extraño, alguien que puede atentar contra nuestra cultura e identidad. Un extraño a quien tenemos la oportunidad de abrirle o cerrarle las puertas, invitarlo a dialogar y entenderlo o a quien podemos privar de su libertad de expresión y matar. Un “extraño” llamado musulmán.
Después de los ataques a las torres gemelas el 11-S, el Islam se convirtió en el nuevo objetivo ideológico al asociarlo con actos terroristas y atribuirle conceptos como el fundamentalismo e integrismo, términos que nacieron en Estados Unidos e Israel.
En consecuencia, quienes profesan el Islam -los musulmanes- volvieron a ser el foco de atención. La “religiosidad que lleva al fanatismo”, la intolerancia, la ignorancia y la fuerte oposición a Occidente son elementos que Estados Unidos utilizó para construir una imagen diferente y negativa del mundo musulmán diseminándolos en un espacio mediático.
Estados Unidos creó un potencial enemigo del que defender a la humanidad y justificar sus acciones militares. Edward W. Said en su libro Crónicas Palestinas afirma que los estrategas estadounidenses al ver que su contrario de la Guerra Fría desaparecía, iniciaron la búsqueda de nuevos “enemigos oficiales”. Después de estudiar y analizar las grandes culturas contemporáneas llegaron a la conclusión de que el enemigo de la causa estadounidense era el Islam al que consideraron “el origen del terror y del fundamentalismo”.
Los ataques contra Nueva York y Washington estimularon un sentimiento de odio contra el todo musulmán en donde se amalgó una retórica opuesta al Islam: terrorismo, islamismo rigorista y reivindicaciones guerreras en el nombre de Alá.
La idea de que todo musulmán es terrorista se ve legitimada por la retórica de los medios que termina por instalar en las mentes el miedo, el terror y la sensación de peligro. En el articulo el Islam y representaciones mediáticas de la revista Cidob d’afersinternacionals, el investigador Mohamed Bensalah asevera que los medios lo aprovechan todo; desde los crímenes más sórdidos del derecho común hasta las noticias más peregrinas. Su victoria se completa cuando los dramas, crímenes y exacciones que les son imputadas son profundamente mediatizados.
Los medios desempeñan papeles discutibles no sólo en la presentación y en la reinterpretación de acontecimientos, sino también en su producción, de ahí que adopten la sistematización de discursos rencorosos y racistas que llevan al rechazo del Otro, ya sea árabe o musulmán.
Ejemplo de ello es el filme contra el Islam que difundió en marzo pasado el legislador holandés Geert Wilders, en donde insta a “frenar la islamización y defender las libertades”. Desde el punto de vista del contenido, la cinta no va más allá de lo que Wilders ha sostenido desde hace tiempo: la política occidental cierra los ojos ante la amenaza que representa el Islam, mientras los reportes indican que el número de musulmanes en el continente europeo muestra un crecimiento constante.
Si bien los medios ofrecen muchos paralelismos, en México, ABC Radio 760 AM se ha encargado de difundir información sobre el Islam y la cultura musulmana en el programa matutino A la Vanguardia conducido por Gabriela López González. Cada sábado invitan a integrantes del Centro Educativo de la Comunidad Musulmana para discutir temas relacionados con la religión, brindar información sobre las actividades de dicho centro e interactuar con el público respondiendo a las preguntas de la comunidad no musulmana que desea conocer y acercarse al Islam.
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