viernes, 11 de febrero de 2011

La era de Mubarak ha terminado


Los egipcios no se dieron por vencidos durante 18 días y han logrado su objetivo: Hosni Mubarak, dictador que gobernó durante 30 años, ha dimitido y huido hacia su mansión de Sharm el Sheij, en el mar Rojo. Suiza ha congelado su fortuna, estimada en varios miles de millones de euros.

“¡Ha dimitido! ¡Ha dimitido!”, gritaban los manifestantes en El Cairo, Suez, Alejandría. No fue Hosni Mubarak quien comunicó a sus ciudadanos que tras 30 años abandonaba la presidencia, sino Omar Suleiman, el vicepresidente, ex jefe de los servicios secretos y mano derecha: “En las difíciles circunstancias que atraviesa el país, el presidente Hosni Mubarak ha decidido abandonar su cargo. Ha encargado al Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que dirija los asuntos del Estado”.


Así, el Ejército ha asumido temporalmente el poder, con la promesa de una “transición pacífica” hacia “una sociedad democrática”. Los militares, a quienes se les vio hoy ondear banderas y besar manifestantes, aseguraron querer respetar “la voluntad del pueblo”, sin dar mayores detalles.

El líder opositor Mohamed el Baradei celebró la dimisión a través de su Twitter: "El país ya está libre", "Este es el mejor día de mi vida", ha expresado. Los Hermanos Musulmanes, considerados la principal fuerza opositora, han felicitado a los egipcios por lograr "la principal meta de la revolución". "Saludo al pueblo egipcio y sus mártires. Este es el día de la victoria para el pueblo egipcio", ha dicho un dirigente de la organización a Reuters.

Pero la mayor potencia del mundo árabe ahora cuenta también con una nueva generación de políticos: los 20 o 30 jóvenes profesionales que organizaron a través de Facebook y el correo electrónico una revolución inspirada en la de Túnez, pero de volumen y consecuencias mucho mayores.

El líder de ese grupo, Wael Ghoneim, ejecutivo comercial de Google en la región, casado con una estadounidense e ideológicamente liberal, representa mejor que nadie tanto el rostro como el impulso de una generación egipcia que desea libertad política, económica, social y religiosa, en un sistema capaz de integrar con igual comodidad a los Hermanos Musulmanes, a los profesionales laicos y al Egipto rural y analfabeto.


“En Egipto hay muchos licenciados, buenos profesionales, gente inteligente a la que durante décadas se le ha negado todo, a la que se le ha robado la dignidad. Esas personas están ahora preparadas para poner sus conocimientos al servicio de la democracia. Le doy la enhorabuena al pueblo egipcio y por extensión a todos los árabes. Por fin la presión de la calle obliga a un déspota a marcharse. Esto es algo que un día le vamos a contar a nuestros nietos”, afirmó Hakam Abdel-Hadi, experto en Medio Oriente del canal de noticias Phoenix.

La fase que comienza ahora en Egipto será decisiva, no sólo para el país sino también para sus vecinos. Del transcurso de los próximos acontecimientos dependerá el que el proceso acabe en comicios justos o no. La caída de Mubarak, celebrada por Estados Unidos y Europa, abre también una nueva etapa en Oriente Próximo. Mientras Israel y Arabia Saudí expresaron su inquietud por el cambio, los islamistas de Gaza como Hamás, Irán y Líbano lo vieron como una oportunidad.

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