Entrevista a la escritora libanesa Hanan al Sheikh.
En los años 80 y 90, Hanan al Sheikh (Beirut, 1945) podía considerarse una de las escasas transgresoras de Medio Oriente. Las novelas de esta libanesa, relatos ambientados en la región y dotados de enorme realismo social donde las mujeres, siempre protagonistas, desarrollan vidas llenas de complejidad que casi nunca se corresponden a los clichés occidentales, hablaban de sexo y aborto, del amor fuera del matrimonio o de la homosexualidad.
Eso implicaba despiadadas críticas, cierto desdén y la prohibición de sus obras en muchos países árabes. Incluso en el Líbano, su primer éxito internacional "Hikayat Zahrah" ("La Historia de Zahra") no encontró editor en 1980 por la crudeza del relato. Eran tiempos en los que se le criticaba por dar una imagen negativa de Medio Oriente, pero con los años y el aperturismo de parte de la sociedad árabe –gracias a Internet y a la televisión por satélite- mucho ha cambiado para Al Sheikh, a quien el tiempo ha consagrado como pionera de una nueva generación de mujeres novelistas árabes sin tapujos y en una de las escritoras orientales más famosas del mundo.
Hanan ha referido a fenómenos como "Las Chicas de Riad", opera prima de la saudí Rajaa al Sanea y gran escándalo en el país wahabí, donde nunca se editó. La autora de "Mujeres de Arena y Mirra", elegido en 1992 como uno de los 50 mejores libros por Publishers Weekly, sabe bien lo que es ser censurada, dado que algunos de sus libros están prohibidos en algunos países del Golfo, como Arabia Saudí, y del norte de Africa, como Argelia. "Cuando era joven no me molestaba, incluso me alegraba porque eso significaba que estaba haciendo algo importante y poco usual, pero ahora sí me molesta. Me parece importante que ningún libro sea prohibido. Debemos promover los libros incluso si son amenazantes, hay que ser fuertes para confrontar el chantaje".
Su último libro es un ejemplo de ese compendio. Se trata de "La Cigarra y el Pájaro", el relato de una musulmana forzada a casarse con un hombre 18 años mayor que ella al que no ama y convertida en madre con sólo 15 años, que decide abandonar a su familia para seguir a su verdadero amor. Todo eso, en el contexto de una familia religiosa musulmana.
"Mi último libro, acerca de mi madre, rompe todos los clichés presentes en Europa. Mi madre se fue de casa, tenía un amante, la familia lo sabía y fue tras ella, mi tío le dio una paliza... ya sabes. Pero no la mataron, siguió con su novio, se divorció de mi padre, se terminó casando con su amante y nos dejó para siempre cuando yo sólo tenía siete años. Vivió su vida en libertad. Cuando presenté mi libro en Londres, los periodistas preguntaban: ¿Cómo es posible que no la mataran? Y yo les respondía: eso un cliché".
De actitud dulce, abierta y espontánea, y aspecto casi infantil, la autora de 64 años se siente más comprendida entre los árabes pese a llevar 33 años viviendo en el exilio, desde la guerra civil libanesa. "Los clichés están muy presentes y nos separan. No creo que occidentales y árabes queramos comprendernos unos a otros, y por eso es muy importante que haya traducciones de libros árabes para promover el entendimiento. Necesitamos que unas cuantas gotas de conocimiento irrumpan en este mar de ignorancia que nos separa. La literatura contribuye, como el resto del arte, a promover el conocimiento mutuo".
En los años 80 y 90, Hanan al Sheikh (Beirut, 1945) podía considerarse una de las escasas transgresoras de Medio Oriente. Las novelas de esta libanesa, relatos ambientados en la región y dotados de enorme realismo social donde las mujeres, siempre protagonistas, desarrollan vidas llenas de complejidad que casi nunca se corresponden a los clichés occidentales, hablaban de sexo y aborto, del amor fuera del matrimonio o de la homosexualidad.
Eso implicaba despiadadas críticas, cierto desdén y la prohibición de sus obras en muchos países árabes. Incluso en el Líbano, su primer éxito internacional "Hikayat Zahrah" ("La Historia de Zahra") no encontró editor en 1980 por la crudeza del relato. Eran tiempos en los que se le criticaba por dar una imagen negativa de Medio Oriente, pero con los años y el aperturismo de parte de la sociedad árabe –gracias a Internet y a la televisión por satélite- mucho ha cambiado para Al Sheikh, a quien el tiempo ha consagrado como pionera de una nueva generación de mujeres novelistas árabes sin tapujos y en una de las escritoras orientales más famosas del mundo.
Hanan ha referido a fenómenos como "Las Chicas de Riad", opera prima de la saudí Rajaa al Sanea y gran escándalo en el país wahabí, donde nunca se editó. La autora de "Mujeres de Arena y Mirra", elegido en 1992 como uno de los 50 mejores libros por Publishers Weekly, sabe bien lo que es ser censurada, dado que algunos de sus libros están prohibidos en algunos países del Golfo, como Arabia Saudí, y del norte de Africa, como Argelia. "Cuando era joven no me molestaba, incluso me alegraba porque eso significaba que estaba haciendo algo importante y poco usual, pero ahora sí me molesta. Me parece importante que ningún libro sea prohibido. Debemos promover los libros incluso si son amenazantes, hay que ser fuertes para confrontar el chantaje".
Su último libro es un ejemplo de ese compendio. Se trata de "La Cigarra y el Pájaro", el relato de una musulmana forzada a casarse con un hombre 18 años mayor que ella al que no ama y convertida en madre con sólo 15 años, que decide abandonar a su familia para seguir a su verdadero amor. Todo eso, en el contexto de una familia religiosa musulmana.
"Mi último libro, acerca de mi madre, rompe todos los clichés presentes en Europa. Mi madre se fue de casa, tenía un amante, la familia lo sabía y fue tras ella, mi tío le dio una paliza... ya sabes. Pero no la mataron, siguió con su novio, se divorció de mi padre, se terminó casando con su amante y nos dejó para siempre cuando yo sólo tenía siete años. Vivió su vida en libertad. Cuando presenté mi libro en Londres, los periodistas preguntaban: ¿Cómo es posible que no la mataran? Y yo les respondía: eso un cliché".
De actitud dulce, abierta y espontánea, y aspecto casi infantil, la autora de 64 años se siente más comprendida entre los árabes pese a llevar 33 años viviendo en el exilio, desde la guerra civil libanesa. "Los clichés están muy presentes y nos separan. No creo que occidentales y árabes queramos comprendernos unos a otros, y por eso es muy importante que haya traducciones de libros árabes para promover el entendimiento. Necesitamos que unas cuantas gotas de conocimiento irrumpan en este mar de ignorancia que nos separa. La literatura contribuye, como el resto del arte, a promover el conocimiento mutuo".
El tiempo corre en ciclos. Creo que la vanguardia de sus temas se ha quedado en localismo…
ResponderEliminarUn saludo, un abrazo…