lunes, 28 de diciembre de 2009

Ahmadineyad reprime manisfestaciones



Las protestas en Teherán comenzaron después de la controvertida reelección de Ahmadineyad en las elecciones del 12 de junio. Hoy se reanimaron dejando varios manifestantes muertos. La oposición iraní aprovechó los eventos religiosos chiítas organizados con motivo del Día de la Ashura para protestar nuevamente contra el Gobierno de Mahmud Ahmadineyad y en demanda de un estado de derecho secular y democrático. La policía y fuerzas pro gubernamentales trataron de poner fin a las manifestaciones mediante el uso de la fuerza.

Jamsheed Faroughi señala para la Deutsche Welle, que la intensificación de la violencia es la receta equivocada para resolver la crisis en cuestión.

El gran error de Ahmadineyad

Paralelamente, la lucha de poder y las protestas en las calles de Teherán siguen su curso desde las controvertidas elecciones presidenciales de junio sin que nada las atenúe. La pugna por el poder se hace más aguda; las manifestaciones de calle, cada vez más radicales; y los choques entre facciones, aún más brutales. ¿Dónde terminará esta violencia y qué metas se busca alcanzar con las protestas?

Durante la Ashura, mucha gente salió a las calles en todo el país para demostrar su insatisfacción. De antemano estaba claro que la oposición aprovecharía la ocasión presentada por esta conmemoración religiosa para protestar nuevamente contra el régimen de Ahmadineyad. Pero la brutalidad con que el Gobierno iraní reprimió las manifestaciones fue un error grave que traerá serias consecuencias; y es que el Día de la Ashura es una fecha de gran importancia para los chiítas, uno de varios grupos que conforman la comunidad islámica mundial. En la conmemoración de la Ashura los musulmanes chiítas recuerdan la muerte del Imám Hussein, quien luchó valientemente por la justicia y fue asesinado. El de la Ashura es el día de la lucha contra la injusticia y el despotismo.

Una crisis mal curada

Fuego y humo en Teherán, Isfahán, Nayafabad, Tabriz y Shiraz. Sangre en las calles, heridos y detenciones. Luego de tres meses se registraron nuevamente muertos en el marco de las cruentas confrontaciones. Todavía no se sabe cuántos. Lo único que sabemos es que un sobrino del líder opositor Mir-Hosein Musaví perdió la vida en las protestas.

Más violencia; esa parece ser la única respuesta que ofrecen quienes ostentan el poder en Irán a aquellos que manifiestan legítimamente su insatisfacción. Y, como vemos, es una respuesta poco efectiva. Los dictadores tienen una memoria corta. O no aprenden nada de la Historia u olvidan rápidamente lo que aprendieron. Esa es la explicación para el hecho de que siempre incurran en los mismos errores.

Hace seis meses la situación estaba clara: en aquel momento el tema del día eran los comicios presidenciales, el fraude electoral y la controvertida reelección de Mahmud Ahmadineyad. Sin embargo, la respuesta del Gobierno a las demostraciones condujo a una crisis de legitimidad, a la radicalización de las protestas y a una situación tan turbia como difícil de solucionar.
La razón y la violencia

En Irán continúa la lucha entre la sociedad y el Estado. La Ashura demostró que, a la larga, una sociedad insatisfecha es ingobernable. Y para resolver el problema de la ingobernabilidad es necesario usar la razón, no la violencia. Pero la razón parece estar escaseando bajo la tolda del líder religioso Alí Jamenei y sus seguidores ultraconservadores.

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